Unos ronquidos muy fuertes
en una cueva se oían.
¿Quién puede haber en la gruta
que duerma hasta el medio día?
Germán y Estrella pensaron
que era un ogro el que roncaba
y avisaron a su tío.
Aquello no les gustaba.
Su tío les explicó
que los ogros no existían
y que era un oso dormido
el que en la cueva vivía.
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